En el otoño de 1939 el "Cuba", un barco francés cargado de refugiados españoles, partía del puerto de Le Havre rumbo a la República Dominicana. Entre los pasajeros de tercera clase viajaba un joven juez de 33 años nacido en Málaga, Eduardo Capó Bonnafous. Con las luces apagadas para evitar ser un blanco de los enemigos que ya se batían en la Segunda Guerra Mundial, todo el pasaje se arremolinaba en la popa para despedirse de las tenues luces del continente al que quizá no regresarían jamás. En ese momento, el juez atisbó la Estrella Polar, que marcaba el Norte, pero no un Norte cualquiera, sino el Norte que había marcado el rumbo de su carrera judicial y su vida. El Norte de la dignidad, la justicia, el respeto y la integridad; la causa por la que había luchado desde su judicatura y junto a la que viajaba al destierro. Por eso tomó prestado su nombre para titular sus recuerdos La Estrella Polar. Memorias de un Juez de Instrucción (1934-1939), escritos para que sus hijos, que habían crecido en el exilio, y el resto de refugiados españoles dispersos por el mundo, pudiesen conocer el motor que impulsó toda su vida.
Redactadas 24 años después de los hechos, basándose en sus recuerdos, las memorias vieron la luz por vez primera en México en 1964. Más de cincuenta años después, la editorial Renacimiento, que desde hace más de tres décadas viene rescatando el legado del exilio republicano, y la Fundación Centro de Estudios Andaluces, recuperan esta singular obra de Eduardo Capó Bonnafous. Firme defensor de la legalidad republicana frente a los extremismos y representante de la Tercera España, este juez, como indica el autor del estudio introductorio de esta obra, el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Milán, Danilo Manera, no se dejó dominar por las pasiones políticas ni por los dogmas partidistas y trató de ser imparcial en todos los años que duró el ejercicio de su cargo. Así, tras el 18 de julio de 1936, sus esfuerzos se centraron fundamentalmente en tratar de impedir las ejecuciones capitales, tarea en la que no siempre tuvo éxito.
Lo que hace extraordinarias a estas memorias, sin duda, es su focalización en los pequeños eventos y la escala humana. De este modo, el juez, quien no titubea a la hora de narrar su propia historia familiar, sitúa como protagonistas al recto secretario del juzgado, don Julio; al valeroso alguacil "en alpargatas", Pepe, y a Marcial, alcalde republicano y líder socialista que, junto a él, trató de frenar las venganzas tras el 18 de julio. No menos importante a la hora de valorar la originalidad de esta obra es la socarronería con la que Capó Bonnafous relata su pasado, trufada de altas dosis de autocrítica y humor. Capítulo a capítulo, el juez narra los casos en los que tuvo que intervenir, al tiempo que ofrece pinceladas sobre su vida cotidiana.
En las páginas de este libro, el autor recrea su actuación como juez de instrucción en Huéscar (Granada) durante la etapa en la que la Segunda República estuvo gobernada por la derecha y tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. La obra también se adentra en la Guerra Civil, años en los que Capó Bonnafous ejerció como Presidente del Tribunal Popular de Granada con residencia en Guadix y Baza en 1937, y en Barcelona, desde enero de 1938. La obra también incluye una reflexión sobre sus años de estudiante de Derecho en Madrid e incluso sobre su exilio en Francia.
Entre los casos que llegaron a su juzgado, Capó Bonnafous relata la paralización de varios desahucios realizados merced a su interpretación de la Ley de Arrendamientos Rústicos aprobada por la mayoría del centro-derecha del Parlamento durante el Bienio Negro o la forma en que evitó un pucherazo electoral en las elecciones de febrero de 1936 (que ganó el Frente Popular) en Orce, al percatarse de que el alcalde había adelantado el reloj del Consistorio para cerrar los colegios electorales dos horas antes de lo reglamentado.
En plena guerra, los esfuerzos de Capó se dedicaron, como el mismo indica, al "regateo" sobre las posibles condenas de pena de muerte, con fiscales y jurados. Siempre entre bromas pero con gran tenacidad, tratando de salvar vidas. Para él, las demás penas no importaban tanto, pues consideraba que con el final de la guerra sería anuladas. Una de sus estrategias más recurrentes para salvar la vida de los falangistas perseguidos -Huéscar y Guadix se mantuvieron fieles a la República mientras que Granada fue dominada por los sublevados- fue precisamente mandarlos a otros destinos, como Murcia o Almería, para que fuesen juzgados allí y no fuesen linchados por la rabia popular, enardecida por los múltiples bombardeos franquistas que sufrían las poblaciones granadinas.
Tras la derrota republicana Eduardo Capó Bonnafous se exilió a Francia, para marchar después a la República Dominicana y México, donde se reunió con su familia. En Veracruz sobrevivió con grandes penalidades ejerciendo múltiples oficios, como vendedor de seguros, jefe de compras de una siderúrgica, creador de los caramelos ‘Patria' con cromos coleccionables y librero. Tras la amnistía de 1969, regresó a España y fue reintegrado a la carrera judicial ocupando varios destinos en Aragón, Extremadura, Cataluña y, finalmente, Palma de Mallorca, donde falleció. Tras estas memorias, publicadas en 1964, publicó varias obras de narrativa, todas ellas en México: ‘Medina del Mar Caribe. Seminovela' (1965), ‘Ciclón en el golfo (Casi en forma de rondó)' (1969), ‘Cuatro en serio y cuatro en broma (Ocho cuentos)' (1969) y ‘Hotel con cinco estrellas (1975)'.
L | M | X | J | V | S | D |
---|---|---|---|---|---|---|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
|
7
|
8
|
9
|
10
|
11
|
12
|
13
|
14
|
15
|
16
|
17
|
18
|
19
|
20
|
21
|
22
|
23
|
24
|
25
|
26
|
27
|
28
|
29
|
30
|
31
|