Las memorias de la infancia y juventud de Federico Rubio y Galí (El Puerto de Santa María, 1827- Madrid,1902) constituyen una pequeña joya de la autobiográfica del siglo XIX. El texto es obra de un destacado protagonista de la vida española de la segunda mitad del siglo XIX que el Centro de Estudios Andaluces ha recuperado en colaboración con la editorial Renacimiento.
Como médico cirujano alcanzó grandes éxitos y una notoria popularidad aunque también tuvo una destacada participación en la política de la Primera República así como influencia en los inicios de la Institución Libre de Enseñanza. Estudió Medicina en la Facultad de Cádiz y obtuvo plaza en el Hospital Central de Sevilla en 1850. Pronto consiguió un prometedor crédito aunque por razones políticas -ya que siempre fue liberal y republicano- le obligaron al exilio.
Como lugar de residencia eligió Londres, igual que Alcalá Galiano treinta años antes, donde triunfaba sin William Fergusson, cirujano con el que entabló contacto profesional y que sirvió, a su vuelta a España, "para situar a la cirugía española al nivel de la europea, con su temprana ejecución de intervenciones quirúrgicas todavía muy recientes y osadas", como señala Pedro Laín Entralgo, autor del prólogo del libro en su edición de 1977.
El volumen que ahora recuperan la editorial Renacimiento y el Centro de Estudios Andaluces, también recoge las palabras que escribió el doctor Luis Marco en 1912 para la primera edición de esta obra que vio la luz de forma póstuma en 1912, por voluntad de la hija de Federico Rubio y Galí y casi cien años después de que las escribiera.
La edición de 2019 cuenta con un prólogo de la actual alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, gran admiradora de esta obra, "en la que nos relata su infancia y su juventud, pero sobre todo en el que con una inteligencia y una sensiblidad cautivadora explica por qué él fue el que fue".
El que estas memorias no abarquen su vida total sino solo lo que podríamos llamar los años de aprendizaje no le restan nada que importe ni disminuya su abrumadora humanidad y su sonriente encanto. Para Carmena, "el doctor Rubio nos habla de la necesidad de inculcar en todos y cada uno de nosotros la empatía. Y lo hace cuando estamos en pleno siglo XIX. El ser humano es siempre el protagonista de sí mismo y de su capacidad de ser feliz, útil, bueno e imprescindible, al modo en que lo proclama Bertolt Brecht".
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