23 abr 2014

El exilio como experiencia: Luis Suárez, una vida entre dos orillas

El Centro de Estudios Andaluces y la editorial Renacimiento publican por primera vez en España las memorias de este periodista y escritor, natural de Albaida del Aljarafe (Sevilla), que hizo carrera en México y alcanzó fama internacional como uno de los mejores cronistas de su tiempo.

"En el espejo del mar quisiera ver reflejada y diluida la incertidumbre que nos espera". Muchos de los 1.681 pasajeros españoles a bordo del ‘Sinaia' quisieron haber despejado las dudas sobre su inmediato futuro en aguas del Atlántico, rumbo a México. A mediados de 1939 dejaban atrás España "los restos de un ejército, militar y civil, vencido en todo, menos en la esperanza". La esperanza del pronto retorno y la esperanza de un México abierto a la solidaridad, sentimientos encontrados en un viaje iniciático que, en el caso de Luis Suárez, uno de los españoles que formaba parte de la expedición del ‘Sinaia' junto a su esposa Josefa Bildu, daría comienzo a una fase trascendental de su vida.

El puente de la cubierta de este buque es la primera imagen que evoca Luis Suárez al comienzo de sus memorias ‘Puente sin fin', un puente que se convertiría en metáfora de toda su existencia: de un lado, la España republicana que forja su ética personal y política y, de otro, el México progresista donde desarrollaría su carrera profesional y alcanzaría la fama como reputado periodista y escritor. Pero en aquel momento de tránsito, a bordo del ‘Sinaia', Luis Suárez, natural de Albaida de Aljarafe, un pequeño pueblo de Sevilla, no podía adivinar qué le depararía en el país azteca.

El Centro de Estudios Andaluces y la Editorial Renacimiento presentan por primera vez en España las memorias de Suárez, publicadas en México en el año 2000, tres años antes de su muerte. "Memorias parciales" según él mismo puesto que, por una parte, como sostiene el autor del prólogo, el especialista en literatura del exilio y profesor de Filología Española de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), José Ramón López García, "toda memoria es incompleta y amolda los hechos del pasado a los intereses presentes". Por otra parte, vienen a complementar las vivencias narradas en su primer libro ‘España comienza en los Pirineos', editado en México en 1944 -y coeditado también por el Centro de Estudios Andaluces y Renacimiento en 2008- que da cuenta de su experiencia en los campos de concentración franceses por los que pasa tras verse obligado a cruzar la frontera, consumada la derrota republicana.  

Luis Suárez había conseguido desarrollar una precoz y brillante carreta militar en España. Al estallar la Guerra Civil, en los primeros días de julio de 1936, tomó parte de los tiroteos que, sin éxito, trataron de contener desde el barrio obrero de Triana el avance franquista en la Sevilla "roja". En esta ciudad ingresó en las filas de las Juventudes Socialistas, forjó su conciencia política y realizó sus primeras incursiones periodísticas con la publicación de sus primeros artículos en ‘El Liberal'. Suárez tuvo que huir de Sevilla a Madrid, precipitadamente, sin despedirse de sus familiares, y se alistó en el ejército republicano, del que enseguida llegó a ser teniente y, poco después, capitán de Estado Mayor con solo 18 años.

Después de la defensa de Madrid, decidió abandonar su militancia socialista y afiliarse al Partido Comunista de España (PCE), una alianza que marcaría su activismo político y también periodístico y que, años más tarde, en su primer viaje de regreso a España en 1958, le serviría para tomar parte de la resistencia antifranquista y alinearse en la clandestinidad con los nombres más célebres del PCE: Paco Rabal, Ricardo Muñoz Suay o Juan Antonio Bardem; y también en la vecina París, con Santiago Carrillo y Fernando Claudín.

México y su fulgurante carrera periodística

Luis Suárez y su esposa llegaron al puerto de Veracruz el 13 de junio de 1939. Allí, el matrimonio como otros tantos millares de españoles -hasta 20.000- fue bien recibido gracias a la solidaridad del gobierno de Lázaro Cárdenas con el gobierno de la Segunda República. Sólo unos meses después nacería su hija Aurora y poco tiempo después, su segundo hijo, Luis Ignacio. Pronto comenzaron a echar raíces, llegando incluso a nacionalizarse: él en 1941 y ella en 1944.

Como señala el profesor de la UAB, José Ramón López García, la querencia por México de Luis Suárez se evidencia en sus numerosos textos sobre el país, su historia, sus paisajes, sus gentes o sus costumbres. Acabó por sentir este país como propio, aunque siempre destacó la trascendencia en su biografía de sus orígenes y su Sevilla natal.

Comenzó trabajando de lo que pudo, representante de chocolates, comercial..., hasta que fue encaminándose al periodismo, primero como cronista deportivo y poco después como reportero de la Asociación de Editores de los Estados, un servicio de prensa para los periódicos del interior del país como ‘La Opinión' de Los Ángeles o ‘La Prensa' de San Antonio. De aquí pasó al semanario ‘Tiempo', la revista ‘Mañana' o ‘Siempre', en la que ejerció como jefe de información durante 23 años. También fue columnista y escritor del ‘Diario de la Tarde' de México y del diario ‘Novedades'; redactor del diario ‘Uno Más Uno' y colaborador de la agencia Notimex y de la revista ‘Macroeconomía'. Desde 1982 trabajó como editorialista del diario ‘Excélsior', para el cual también realizó entrevistas y reportajes. Durante 17 años fue conductor del programa televisivo ‘De poder a poder: Luis Suárez siempre en el Once' y durante cinco años del programa ‘Opinión: Luis Suárez desde Cuernavaca'.

Su labor como periodista la compaginó con la de escritor llegando a publicar una treintena de títulos, algunos de ellos con varias traducciones a otras lenguas. Cuando se publicó ‘Puente sin fin', en el año 2000, Luis Suárez ya ocupaba un lugar preferente en la historia del periodismo mexicano. A lo largo de su trayectoria fue reconocido con numerosos premios y distinciones, destacando el Premio Nacional de Periodismo en los años 1974, 1975 y 1979 en el género de entrevista de la que fue todo un maestro.

"Testigo activo de la historia"

El subtítulo de ‘Puente sin fin' hace gala del concepto que Luis Suárez tenía de su oficio: "El periodista es testigo de los hechos y su deber es contarlos, pero yo agregaría que es un testigo activo. Le concedo al periodismo una categoría de factor de transformación para llegar a las conciencias con una información honesta, objetiva, pero no neutral" (entrevista en ‘El Universal' de México, 2001).

Luis Suárez transita por este puente con la perspectiva de un "testigo activo de la historia" del agitado y convulso siglo XX. Fue testigo de excepción de la vida política mexicana, llegando a establecer relaciones muy estrechas con sus más destacados miembros: primero con Lázaro Cárdenas y más tarde con Luis Echeverría y José López Portillo. Periodismo y política adquirían en su figura la forma de una alianza inquebrantable. Tras la muerte de Franco y el inicio de la transición democrática y ante la voluntad de presidente Echeverría de restablecer las relaciones entre México y España, Luis Suárez actuó de enlace entre el Gobierno mexicano y los principales dirigentes de la oposición antifranquista. Llegó a reunirse en 1974 con el futuro presidente socialista Felipe González que por aquel entonces utilizaba como seudónimo ‘Isidoro'. Una labor (de nuevo la metáfora del puente o enlace) que continuaría posteriormente con el presidente López Portillo, sucesor de Echeverría.

En su actividad profesional, Suárez viajó por todo el mundo para cubrir las guerras de Argelia, Angola, Vietnam o Afganistán, la revolución cubana y la guerrilla bolivariana del Che, la invasión estadounidense de República Dominicana, Granada y Panamá, el golpe de estado militar en Chile... Siempre desde un compromiso activo, apelando a la concienciación del lector, convirtiéndose en un cronista de excepción.

De este periplo son sus magistrales entrevistas a una vasta nómina de personalidades políticas, sociales y culturales como el Che Guevara, Ho Chi Minh, Fidel Castro, Nikita Kruschev, Salvador Allende y su esposa, Hortensia Bussi (Tencha), Indira Gandhi, Rigoberta Menchú, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, etc., inmortalizadas en obras como ‘Confesiones de Diego de Rivera' (1962); ‘Lucio Cabañas, el guerrillero sin esperanza' (1976) o ‘Entre el fusil y la palabra' (1980). El libro se acompaña de un álbum fotográfico que da fe de sus relaciones con algunas de estas figuras esenciales del siglo XX.

Desde la evocación íntima, el análisis político o la anécdota personal, ‘Puente sin fin' supone el equilibrio entre la memoria personal y la amenidad del tono periodístico, acompañado de grandes dotes literarias. Suárez abandona su condición de periodista y despliega su memoria personal indagando en las contradicciones de su propia identidad, analizando su comprensión del mundo y del momento que le tocó vivir. Falleció el 31 de mayo de 2003. Sus cenizas reposan hoy a uno y otro lado de las dos orillas de su vida, donde fue a nacer y a morir: en Albaida del Aljarafe, de donde era natural su madre, y en Cuernavaca, donde descansa junto a su esposa fallecida 10 años antes.

 

El puente hay que transitarlo, no para acabarlo, sino para formar el tramo humano, parte del gran puente en sus soportes construidos por la ingeniería de los sentimientos personales y colectivos. Luis Suárez

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