El 20 de noviembre de 1913 veía la luz el primer número de Bética, una revista artística ilustrada nacida al calor de una corriente intelectual que pujaba entonces por la regeneración de Andalucía a través de la reivindicación de su cultura e identidad. Difusora de un andalucismo incipiente, destacados pensadores de la época, aglutinados en torno al Ateneo de Sevilla, se acercaron en sus páginas a las raíces de la cultura andaluza, entre ellos Blas Infante, Alejandro Guichot, Mario Méndez Bejarano, José Gastalver, Alfonso Grosso, Martínez de León, José María Izquierdo, José Gestoso Pérez, Felipe Cortínez Murube, Javier Lasso de la Vega, Joaquín Hazañas y La Rua y Rafael Laffón.
Cuando se cumplen cien años del primer número de la revista, el Centro de Estudios Andaluces y el Ateneo de Sevilla analizan su legado en una publicación conmemorativa coeditada por ambas entidades: ‘Bética y el regionalismo andaluz. A propósito del Centenario'. Coordinada por el presidente de la Sección de Geografía e Historia del Ateneo de Sevilla, Juan Ortiz Villalba, y los investigadores del Centro de Estudios Andaluces, Salvador Cruz Artacho, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Jaén, y José Hurtado Sánchez, doctor en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Sevilla, la obra, dividida en cuatro grandes capítulos más un fondo gráfico de imágenes publicadas en la revista y de la Sevilla de la época, pretende valorar desde el presente el impulso que supuso esta iniciativa en toda su amplitud y su papel aglutinador de una imagen de Andalucía que aún permanece vigente.
Los artículos y crónicas sobre diferentes aspectos de la vida andaluza, las reflexiones acerca del campo y la actividad industrial ligada a este, los reportajes sobre artes y espectáculos, deportes, toros, actualidad, etc. constituyen facetas destacadas de la revista. Pero a estas habría que añadir también la atención a debates políticos del momento.
El Estado español y en especial la ciudad de Sevilla, único puerto fluvial de España, con una economía basada en la exportación y la importación, atravesaba entre 1914 y 1918 una profunda crisis social, política e institucional a consecuencia del impacto de la primera guerra mundial y la posguerra.
En este contexto alcanza especial eco en las páginas de la revista el debate mantenido en torno al regionalismo y su concreción en Andalucía. La publicación se convierte en un espacio en el que se encuentran y, en su caso, dialogan y se enfrentan, diferentes concepciones sobre la naturaleza y alcance real de la crisis por la que atraviesa el Estado, así como sobre las propuestas y alternativas a la organización territorial de este. No sólo encontramos la formulación conservadora del regionalismo político, presente en colaboradores asiduos como José Gastalver, notario y propietario agrícola e industrial, próximo a las instituciones y partidos que sostenían la monarquía de Alfonso XIII; sino también la huella de la herencia republicana y federal que conectaba con los discursos anticaciquiles, los males del centralismo y las demandas de cambio y apertura política defendidas, entre otros, por Blas Infante.
La creación literaria, la divulgación y promoción de la cultura popular, la dimensión informativa y el debate político convivieron en este tiempo agitado en Bética, cuyo último número aparecería a comienzos de 1917. El proyecto editorial naufraga víctima de sus tensiones internas y de problemas de financiación y distribución.
A propósito del Centenario
Con la carga de la historia que separa el periodo de vida de Bética de nuestros días, cuatro especialistas contemporáneos colaboran en la publicación conmemorativa del primer centenario de la revista para analizar sus planteamientos en temas esenciales como el regionalismo andaluz, el "ideal" andaluz, la cuestión agraria y la identidad cultural de Andalucía. Para poder ofrecer perspectivas valorativas distintas de cada uno de los temas propuestos, cada capítulo se acompaña de una selección de textos originales, transcripciones de artículos y reportajes publicados en la revista.
En primer término, el profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla Eloy Arias Castañón estudia el contexto histórico en el que surge Bética, así como sus aportaciones y su protagonismo en los orígenes del regionalismo andaluz. Un fenómeno cuya adscripción explicaba así la revista a sus lectores: "Bética es regionalista, porque su principal misión es dedicar sus páginas a dar a conocer el Arte y la Literatura andaluces; pero ese regionalismo es un regionalismo sano, patriótico, porque su fin es, al realzar las glorias regionales, ensalzar la Patria, a nuestra amada España. Y Andalucía, como una de sus hijas amantísimas y predilectas, porque la Naturaleza y la Historia le ha prodigado a manos llenas sus riquezas y sus tesoros naturales y artísticos..." (Nº 23. 24, 31 de diciembre de 1914).
Si la regeneración de España pasaba por los aportes genuinos de sus diferentes territorios y regiones, el papel de Andalucía se entendía como crucial, pero para ello había que acometer primero la tarea de caracterizar la especificidad y singularidad del pueblo andaluz. Salvador Cruz Artacho se aproxima en un segundo capítulo a ese "ideal andaluz", al debate sobre la esencia y el ser de Andalucía en el que Bética constituyó un vehículo destacado de difusión pública a partir de las aportaciones de, entre otros, José María Izquierdo y Alejandro Guichot, pero sobre todo, de Blas Infante. El notario presentó en 1914 en el Ateneo de Sevilla una memoria donde exponía sus ideas sobre Andalucía. Un año más tarde la publicaría junto a otros artículos reunidos bajo el título "Ideal Andaluz. Varios estudios acerca del Renacimiento en Andalucía".
Las ideas regeneracionistas resultaron también decisivas en la conformación de una visión del campo español y andaluz dominada por el atraso agrario y la incultura campesina. De la "cuestión agraria" en las páginas de Bética se ocupa en un tercer capítulo el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Pablo de Olavide, Manuel González de Molina. Desde la sección "La Ciudad y el Campo", dirigida por el notario José Gastalver Gimeno, la opinión mayoritaria fue más bien conservadora, defensora de los derechos de propiedad y del orden establecido y, por tanto, contraria a una reforma estructural, que próxima al empuje del movimiento campesino, aquejado por una injusta distribución de la propiedad de la tierra, el desempleo y penosas condiciones de vida.
La antropóloga de la Universidad de Sevilla Esther Fernández de Paz aborda en el último capítulo la construcción de una identidad cultural para Andalucía en Bética, una revista que aspiró a ser la "expresión de la verdadera vida andaluza". Bética proponía recoger en sus páginas, como núcleos principales, "nuestro arte y nuestra literatura", en sentido ilustrado, pero también dar cabida a las manifestaciones propias de la cultura popular, más cotidiana y menos sofisticada, desde la sección "Vida andaluza", acompañada de un rico aporte gráfico.
Bética y Sevilla
Uno de los grandes valores de la revista Bética fue el tratamiento gráfico de la publicación, no solo fotográfico sino a través de dibujos, grabados y pinturas de artistas renombrados. De ahí que la publicación coeditada ahora por el Centro de Estudios Andaluces y el Ateneo de Sevilla incluya una selección final de imágenes publicadas en la revista, completadas con otras relacionadas con la Sevilla de la época.
En total suman 57 imágenes e ilustraciones, de las que 39 corresponden al fondo de Alfonso Terry, descendiente del fundador y director de Bética, Félix Sánchez-Blanco, y 18 forman parte de la Fototeca Municipal de Sevilla. En esta selección se han incluido imágenes de la vida cotidiana, fotografías que muestran paisajes o espacios característicos e identificativos de la ciudad, así como relacionadas con fiestas tanto religiosas como de carácter lúdico. También aparecen dibujos y pinturas, imágenes de la desolación causada por las crecidas del Guadalquivir, el interior de algunas casas señoriales, los retratos de algunos de los promotores de la revista y excursiones de sus miembros, cumpliendo así con uno de los objetivos fundacionales del Ateneo de Sev¡lla.
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